jueves, 15 de marzo de 2018

Fulano, mengano, zutano y perengano

Hace un tiempo leí por allí que “Fulano” era un “N.N.”. Románticamente hablando, no estoy de acuerdo con esa apreciación. “N.N.” proviene de la expresión latina “nomen nescio” que significa literalmente “desconozco el nombre”. Estas iniciales se utilizan en muchos idiomas con el mismo fin; y, por ejemplo, en español es interpretado como “ningún nombre” y en inglés como “no name”. Cuando nombramos a “N.N.” nos referimos a alguien indeterminado, sin una identidad específica y que muchas veces ni siquiera sabemos a qué género pertenece.

Fulano es diferente, es más cercano. Muchas veces está acompañado de sus amigos, que también son los nuestros, “Mengano”, “Zutano” y “Perengano”. Aunque Perengano no es tan popular en Latinoamérica, porque lo llaman despectivamente “Perencejo”, Fulano y sus amigos sí son más queridos. Inclusive algunas veces suelen llamarlos Fulanito, Menganito y Zutanito.

Si alguien duda que conozcamos muy bien a Fulanito y Menganito, le podemos decir que se trata nada menos que de “Fulano De Tal” y de “Mengano de Cual”. También que Fulano es igual de amigo de Mengano que de Zutano. Unas veces lo sigue primero Mengano y otras Zutano.

Todos ellos también tienen hermanas, aunque entre nosotros sabemos que la de “Fulano” no tiene muy buena reputación. “Una Fulana” le dicen; pero esto parece venir de familia, porque algunas veces se escucha decir que Zutanita tiene “Su Fulano”. Al parecer no muy buenas referencias.

Las familias de Fulano y Mengano proceden del norte de áfrica. Sus antepasados “Fulān” (“este hombre”) y su amigo “Man kān” (“quien sea”) se mudaron a la península española hace siglos. Tiempo después conocieron al latino “Scitanus” (“Sabido” “Conocido”); y posteriormente conocieron a “Pérez Mengano” quien fusionó sus nombres, quizá por algún complejo.

¿Cómo podría alguien compararlos con “N.N.”? Dada nuestra idiosincrasia y raíces españolas, ellos nos acompañan de una manera especial desde hace mucho. La cosa es que aunque la historia niegue su existencia, ellos nos han acompañado en infinidad de ocasiones ¡Y vaya que si nos han ayudado a contar historias! A sacarnos de problemas, a evitarnos infidencias, a reemplazar nombres olvidados, a imaginar cosas y, sobre todo, a no mencionar innombrables.

¡Mucho ojo! No hay que confundirlos con “Juan Pérez” ni con “Perico de los Palotes”. De ellos nadie quiere contar nada, todos dicen desconocerlos.

Juan Pérez y Perico de los Palotes tienen sus pares en otros países que, al igual que ellos, no son queridos; o quizá sean ellos mismos con otra identidad. Por si así resulta, aquí les dejo algunos de sus nombres para que los identifiquen y los ignoren también:

En EE.UU. se hacen llamar John Doe, Jane Doe, John Q. Public, Joe Blow, Joe Schmoe, Joe Sixpack, John Smith, Eddie Punchclock y Joe Botts.

En Alemania, Max y Erika Mustermann, Lieschen Müller, Otto Normalverbraucher, Meier/Müller/Schulze, Hinz & Kunz.

En Australia, Fred Nerk, Joe Blow, Joe Bloggs, John Citizen, Joe Farnarkle, John Barry, Simon McCool.

En Canadá, John Jones, Jos Bleau (francés adaptación de Joe Blow).

En Brasil, Fulano, Sicrano, Beltrano, João Ninguém, João da Silva, Zé da Silva, Zé Ninguém, Zé das Couves, Dunha, Dona Maria.

En Italia, Tizio, Caio y Sempronio (y Mevio). Mario Rossi. Pinco Pallino. Tal dei Tali.

En Francia, Jean Dupont, Paul Martin, Monsieur Durand, Monsieur Untel/ Madame Unetelle, Monsieur/Madame X, Pierre/Paul/Jacques.

En Rusia, Ivanov Ivan Ivanovich, Ivanov/Petrov/Sidorov, Vasya Pupkin.

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