SABOGAL, FIGUEROA Y EL INDIGENISMO
Es preocupante la facilidad con que una noticia falsa puede hacerse “creíble” en la Internet. Basta que una persona publique algo que resulte muy interesante o de interés común y que no existan datos que la contradigan para que se haga viral sin base ni fundamento. Y cuando se hace viral, la mayoría de internautas la toman por cierta porque las publicaciones más recientes son lo primero que nos muestran los motores de búsqueda.
El 19 de marzo (día de San José) es el onomástico del gran pintor, profesor y ensayista cajabambino José Sabogal (1888 – 1956), uno de los más importantes líderes del movimiento indigenista peruano. Y con ese motivo, en marzo de 2019, un usuario de Facebook lanzó una publicación indicando fehacientemente que Sabogal diseñó el empaque de la marca de fósforos “La Llama”. La información corrió como reguero de pólvora, medios aparentemente serios de información digital, sitios web y usuarios replicaron la noticia. Pero cualquiera que conozca la obra de Sabogal o busque en la red puede ver que las características de su pintura no coinciden con ese diseño; no tiene la textura, el color ni la forma utilizadas por éste.
En realidad, el autor del diseño de la caja de fósforos "La Llama" es el pintor, fotógrafo y político ancashino Juan Manuel Figueroa Aznar (1878 – 1951) que vivió en el Cusco, especialmente en Paucartambo de donde fue elegido diputado suplente (1913 – 1918). Considerado uno de los representantes más destacados del florecimiento fotográfico del Cusco (inicios del siglo XX) y asociado al círculo intelectual del indigenismo. La obra la realizó a pedido de su amigo Sben Ericson, colaborador de la Compañía Sueca de Fósforos que se instaló en Perú en 1925.
He analizado este dibujo y a mi modo de ver es una genialidad. Para el nombre se escogió una palabra homónima que nos da la idea de fuego y que también denomina a nuestro camélido sudamericano: La Llama. Los colores utilizados son los mismos que se pueden observar en la flama de un fósforo. La composición de la pintura es muy simple pero a la vez muy interesante: una llama parada en una planicie andina, al fondo a la izquierda el nevado Ausangate (quinto más alto del Perú) y detrás el mundialmente famoso amanecer de Paucartambo (Mirador Tres Cruces). Todo dentro de un marco con símbolos andinos.
Es una composición de un amanecer inexistente porque amanece por el oriente y Parcautambo está al norte del nevado, pero lleva una tremenda simbología desde la cosmovisión andina. El Ausangate es sagrado porque allí “nace la energía que fertiliza la Pachamama”. En el Mirador de los Tres Soles (“tres cruces” en la acostumbrada superposición católica de simbolismos) se observa uno de los amaneceres más bellos del mundo (sólo hay tres lugares en el mundo con estas características), y en él tiene lugar una de las celebraciones ancestrales indígenas del solsticio de invierno, que constituye el día más corto del año. Y la llama era el animal domesticado más apreciado por los antiguos peruanos debido a su carne, su lana y su utilidad como bestia de carga.
Pienso que es muy poco conocido, a pesar de ser un lindo diseño digno representante del indigenismo peruano.
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